Por Juan Bragassi H.
La ciudad, no es sólo la expresión material de la inventiva humana en un período en particular de la historia, sino también reflejo del acontecer colectivo, de sus procesos mentales y espirituales. Ellos van quedando grabados no sólo en su materialidad, sino que en la memoria de las personas, porque ellos han sido el escenario de sus vivencias.
Así el entorno y los espacios adquieren paulatinamente un sitial o connotación como parte significativa, pues la identidad y la historia local, se va construyendo y adquiriendo cuerpo a través de la interacción del ser humano en su cotidianeidad con el escenario que le rodea.
Esa ligazón física y espiritual con el entorno, son como para nosotros nuestras huellas digitales, que están contenidas, que son parte propia de nuestro cuerpo, pero que muchas veces, con el ritmo vertiginoso de la vida, pasa desapercibido o en forma inconsciente.
Nuestras ciudades han experimentado un crecimiento sostenido, donde muchas veces la modernidad y la funcionalidad han entrado en choque con lo que es la tradición.
Actualmente zonas urbanas como Quilpué, concentran el 80% de la población, así en forma transversal en los habitantes, muchas veces re ubicados en la periferia de las ciudades, generado con ello, una suerte de sentimiento de desarraigo con el entorno.
Ello se ve acrecentado con el impacto negativo que ha generado la globalización en lo económico - por ejemplo, la desaparición de oficios hasta hace poco tradicionales – y en lo cultural, súmese a ello, el ser partícipes de una cultura nacional de carácter permeable y poco conciente de lo que es su identidad y cómo ella se construye.
Un ejemplo particular en la ciudad de Valparaíso, es el sector de Avenida Brasil, el cual desde mediados de los 80s del SXX, ha ido perdiendo paulatinamente su protagonismo, como tradicional sitio ciudadano de reunión y de paseo familiar.
La soledad del lugar ha creando las condiciones de vulnerabilidad, que han facilitado las acciones perjudiciales que han afectado a los monumentos como demás construcciones allí ubicadas, lo que se viene a sumar al daño generado por los desastres naturales que se dejan sentir cada cierto tiempo en nuestro territorios nacional y que ha significado la destrucción emblemáticas construcciones, como la casa de Bernardo O`Higgins en 1939 o en forma reciente, con el terremoto de febrero del 2010, el cierre entre otros, del palacio museo Vergara en Viña del Mar y la Casa de la Cultura de Limache que había sido restaurada.
Debido a ello, hoy es relevante contribuir a la recuperación de dichos espacios públicos y su legitimación en la conciencia ciudadana, mediante la ejecución de iniciativas educativas donde la historia local, la del pasado y la que está hoy en conformación, se vuelquen en un gesto cultural integral e integrativo de autoafirmación cultural, ya sea a nivel local, regional, nacional y continental; en lo social: de recuperación del sano concepto de comunidad, de sociedad y ciudadanía.
En ese sentido, adquiere profunda relevancia la utilización de la ciudad como recurso educativo, ya que a través de ella, se puede establecer el puente que permita generar aprendizajes significativos en los habitantes, brindándoles la instancia de realizar una nueva mirada, más detenida respecto a su entorno, su importancia y el papel que le cabe como ciudadano, en el desarrollo de un ciudad más humana.
Tour en el sector Los Perales, organizado por la I. Municipalidad de Quilpué. |
Tour por el centro de la ciudad, organizado por la Sociedad de Historiadores Marga Marga. |
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