Por
Juan Bragassi H.
“Es verdad llega el progreso y con
el quedan atrás los recuerdos nunca olvidados.”
(Anónimo) [1]
La
actual Estación de Metro de Quilpué está emplazada en los
terrenos de la antigua estación de trenes de Quilpué, cuyo origen está
relacionado con la construcción de tramo ferroviario Valparaíso - Llay Llay[2],
inaugurado por el Presidente José Joaquín Pérez en 1862[3], oportunidad donde dicha autoridad pasó un arco de bizcochuelos, el cual fue ubicado en donde estuvo la pasarela
peatonal próxima a los restos de la casa de Carlos Condell de la Haza.
Dicho acontecimiento quedó registrado en una de las crónicas realizadas por el destacado escritor Joaquín Edwards Bello, donde el autor destacó además la presencia en las inmediaciones del centro de la ciudad, del hogar del destacado educador Darío Salas, personalidad que fue uno de los principales impulsores de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria.
Se
afirma que esta estación surgió a raíz de una petición realizada por el
presidente de la Compañía Molinos y Fideos Carozzi, don Enrique Costa Venzano a
la Compañía de Ferrocarriles del Estado.
Este
hecho junto a la presencia de la Fábrica Carozzi, dieron el impulso que llevó a
la rápida transformación de la villa de Quilpué
en ciudad, el cual quedó consagrado a través de un Decreto del Ministerio
del Interior número 1655, promulgado el 25 de abril de 1898 donde se le
concedió el título de ciudad.[4]
No
hay claridad respecto al año de la construcción de la primera estación de
Quilpué, unas fuentes dicen que se remonta al año 1842, mientras que otras
afirman que fue en 1856 o el año 1870. Posiblemente estos años, hacen
referencia a distintas edificaciones realizadas en el lugar, como atestiguan
algunas fotografías tomadas próximas a esos años y que hoy pueden encontrarse
publicadas en Internet.
La
estación, fue renovada hacia 1940 y estuvo en pleno funcionamiento por 63 años,
hasta su polémica demolición en el año 2003.
Haciendo un poco memoria
Cuando
llegué a vivir en el año 1996 a la ciudad de Quilpué, la estación era un lugar de libre tránsito. La gente
solía recorrer sin mayor problema tanto por el edificio como
las demás instalaciones, lo cual
implicaba cierto peligro en relación con el cruce de la vía férrea que por ese
entonces se hacía por la superficie, sobre todo cuando ello se hacía en forma
descuidada o temeraria.
En
ese tiempo no había como hoy vendedores ambulantes, ni artistas – generalmente
músicos- realizando sus espectáculos o gente
efectuando actividades de mendigaje al interior de los vagones. Sí había, como en el presente, usuarios que aprovechando la multitud, no
pagaban sus pasajes o que se dedicaban en el trayecto a robar a más de alguna
persona.
La
estación, era un lugar habitual de reunión y paseo de los habitantes de Quilpué,
los que solían pasar los atardeceres de verano
sentados en las bancas, al alero de los frondosos árboles ubicados a un
costado de la estación o que se ubicaban en los muros exteriores del inmueble, ya
sea viendo el ir y venir de los automotores o para desarrollar conversaciones.
Dichas
bancas, se encontraban a un costado donde
también habían unos kioscos, que en los últimos años de la vieja estación,
estaban la mayor parte del tiempo cerrados.
La
parte negativa, era el consumo en el lugar de bebidas alcohólicas, que se
realizaban en las noches, y que en
ocasiones se hacía también al borde de las vías del tren o en los callejones
que van en dirección al zoológico, lugares ubicados en la Calle Condell Norte.
El sector era oscuro y solitario lo cual facilitaba la ocurrencia de algunos
delitos. Debido a ello, era muy usual el patrullaje de Carabineros. No creo
haber presenciado más de una redada en la estación. Bueno, en ese tiempo
tampoco pasaba mucho en la ciudad. Quilpué no contaba con una vida nocturna, como
la que se oferta en el presente.
Lugares
emblemáticos, que se nutrían de la actividad de la estación de trenes, eran los
bar-restoranes Viñamarino, Estación y Oriente, así como el kiosco que está en
la Plaza José Manuel Irarrázabal[5] y la fuente de soda que estaba al interior del
inmueble ferroviario.
Tragedia en el puente peatonal
Un
hecho sobrecogedor de la época, fue el trágico fallecimiento de un joven en el puente ferroviario en arco, edificación
que se encontraba a la altura de los restos de la casa de Carlos Condell. Se
habló de un suicidio o de una muerte accidental por electrocución. No tengo
claro las conclusiones de la investigación realizada, pero actualmente, en ese
sector se encuentra una animita hecha de
metal pintada de negro, que reemplazó a una anterior que estuvo durante algún
tiempo en el lugar. Lamentablemente no se haya en esta, alguna referencia
al extinto como para poder desarrollar
algún relato más detallado del suceso.
Yo
recuerdo haber pasado por ese puente – con cierto grado vértigo debido a la
altura que este alcanzaba su cima- y
notar que las junto a las barandas del puente, sobre salía por ambos lados una
rejilla metálica, en cuya parte superior pasaba a muy poca distancia unos
cables no sé si eléctricos o telefónicos.
Por
ese tiempo, la infraestructura de la estación, ya presentaba un avanzado deterioro, debido al abandono
generado por las restricciones
económicas sufridas a partir de la crisis de Ferrocarriles del Estado. Ello que
se proyectó posteriormente cuando la administración pasó a manos del MERVAL.
Finalmente dicho puente ferroviario que era característico del lugar, se vio afectado definitivamente
por el terremoto del año 2010, siendo finalmente demolido en febrero del año
2012.
La
Estación Metro Valparaíso de Quilpué
La
actual estación metro de Quilpué, fue inaugurada por el entonces Presidente de la República Ricardo Lagos el
23 de noviembre del 2005. Ello se hizo en medio de la controversia generada por
la demolición de la antigua estación, el cierre de la estación Samuel Valencia
y el problema del insuficiente número de
pasos bajo nivel para peatones y vehículos, que conectan los sectores sur y norte
de Quilpué. En cuanto a ese tema, la percepción de los habitantes del sector sigue inalterada: “la
ciudad quedó dividida en dos”.
Otro
punto polémico, se generó con el ensanchamiento de una calle paralela a la
estación, en cuyo trayecto se encontraba casi al medio de la pista, la antigua
caseta de máquinas que estaba próxima a
dicha estación, situación que
generó más de algún accidente automovilístico y que justificó su posterior
desmantelamiento. Igual suerte corrió, el característico puente peatonal en
arco, el cual fue desmantelado y abandonado a su suerte por años, hasta su
definitiva demolición realizada hace casi cinco años atrás.
En
cuanto a la nueva estación, al ser bajo nivel
y no contar hasta el presente con un sistema de asesores, genera un
problema en el desplazamiento de las
personas de edad avanzada, así como para el público con impedimento físicos,
que se ven forzados a bajar y subir por las escaleras del inmueble, ya sea para acceder al otro lado de la ciudad o para hacer
ingreso a uno delos dos andenes de la estación. También está el problema la inundación
que sufre del sector de boletería cuando hay lluvias copiosas, lo que obliga
colocar en el piso tablones con planchas de madera, con objeto de facilitar la
circulación de los usuarios del servicio; así mismo, lo estrecho del lugar, que
genera constantemente aglomeraciones de público, sobre todo en los denominadas “horas
punta”.
Pese
a estos reparos, el tren sigue siendo
uno de los principales medios de transporte utilizados por los habitantes de la
comuna, debido fundamentalmente a su rapidez. Así mismo, la estación más allá
de sus cambios formales, mantiene ciertas características esenciales, que la
vinculan como un elemento característico del paisaje de la comuna.
Apropiación emocional
La
estación que me toco conocer a mi llegada la ciudad de Quilpué, era una construcción
más bien sobria, sin mayor atractivo arquitectónico. Ella habría sido edificada
en la década de los años 40´s del Siglo XX
y estuvo en pleno uso prácticamente por 63 años.
El local de la estación, además de contar con
una boletería, ubicada en la parte exterior próxima al andén en dirección a
Villa Alemana, en su interior se ubicaba una fuente de soda donde algunas veces
tuve la oportunidad de poder tomar un café o una bebida, así también
recuerdo la existencia de unas oficinas.
Algunas de ellas eran facilitadas para la reunión de agrupaciones o clubes
sociales, relacionados principalmente con el gremio ferroviario. Era muy
habitual ver próximo a la entrada principal de dicha estación, a grupos de gentes jugando al ajedrez o sosteniendo conversaciones.
Me
da la idea, de que el mayor rechazo que generó la demolición de dicho inmueble,
se debió a que más allá del valor funcional
de la estación o las razones estéticas formales, el habitante había desarrollado un vínculo emocional con
el inmueble, dado por la apropiación que habían desarrollado con el lugar al
ocuparlo. Así también, tengo la impresión que dicha construcción, pasó a ser
parte del paisaje cultural, tal cual como el mencionado puente ferroviario y un
elemento simbólico significativo de la ciudad, sobre todo para los trabajadores
jubilados de ferrocarriles y sus familiares. Algo muy similar con lo que ocurre
con las personas que han desarrollado su vida al alero de la historia e instalaciones de la fábrica Carozzi o en las zonas donde está el denominado “pulmón
verde” de la ciudad.
Lamentablemente
en la época no se consideró estos aspectos y deberá pasar una buena
cantidad de años más, como para que las personas de la ciudad de Quilpué le vean
un valor más allá de lo funcional a la presente estación. Tal vez, una buena medida sería que en dicho lugar, se destinase un espacio
dirigido a rescatar la memoria del
lugar, donde se relacione la actual infraestructura que constituye la Estación
Metro Valparaíso de Quilpué, con el pasado que lo antecede.
[1] Este
texto poético, estuvo en una de las paredes de la antigua estación de Quilpué y
apareció junto a otros escritos anónimos pocos meses antes de su demolición.
[2] En
1842 el ingeniero Guillermo Wheelwright
propuso unir Valparaíso y Santiago, pasando por Quilpué, a través de la vía férrea. En
1852 se dio inicio a la construcción del proyecto ferroviario en el entonces
villa de Quilpué.
[4]
Este importantísimo dato, fue rescatado por la Agrupación de Investigadores de
la Historia del Marga Marga, el cual fue publicado en su Boletín Número 2, del
24 de abril del 2012; trabajo donde también
se registra la creación en 1893 de la Municipalidad.
[5] Dicha plaza es popularmente conocida como “la
plaza municipal”.
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