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Bar restaurant El Criollo: Una expresión del mundo popular


Por: Juan Bragassi H.
Este trabajo  es el resultado de la investigación realizada en el mes de noviembre, en torno a la recuperación de la memoria del Bar Restaurant “El Criollo” de Quilpué. El Criollo, es una expresión del mundo popular, cuyo origen se remonta a las quintas de recreo y las fuentes de soda,  lugares donde se funden y sintetizan  aspectos de la cultura  rural y urbana, posee una oferta culinaria, basada en  la cocina tradicional, teniendo como especialidad  el chancho a la chilena y la preparación artesanal del “Cola de mono”.

El Criollo: Un lugar popular de encuentro y amistad

“Bienvenidos a ver  lo que otros no ven”[1]

            El bar Restaurant El Criollo, se encuentra al fondo de un  callejón sin salida, ubicado en las
inmediaciones del centro de Quilpué, específicamente en la Calle Carrera N° 627 , entre un local de máquinas de juegos “traga monedas” y la panadería “El Buen gusto”. Se puede ubicar fácilmente, por dos letreros publicitarios  que están en la parte superior del dintel de la pared que da hacia la calle y que están al comienzo de dicho pasaje. Uno, es un colgante tipo banderola colonial y el otro, un bastidor pegado a la pared. Ambos son de un  diseño similar, con los colores característicos y el logotipo de la cerveza Cristal, donde se lee: “Bar Restaurant “El criollo” la picá del huaso “Taco”.
Para acceder a dicho local,  hay que hacer ingreso por  este callejón, que es  antecedido por un portón de hierro de dos hojas de color  café, el cual  está abierto hasta atrás.
Al poco tiempo de haber  hecho ingreso por  este pasaje, se puede observar  a medio camino un parrón, el que está apegado hacia la pared izquierda del pasaje, sus ramas están  en suspenso y son  sostenidas en  una especie de techo mezcla de madera y tubos de hierro empotrados en la pared, en cuyo borde que da la calle, cuelga una franja publicitaria  de cerveza en PVC.
Esta pared, es  de color amarillo opaco y se divide en tres partes: una es de hormigón armado  – lugar donde estuvo ubicado el mural -,  el cual  da paso a una zona de ladrillos expuestos, los cuales presentan un  ligero estuco de cemento y una puerta clausurada. Más al  fondo, notamos que esta pared esta forrada con retazos planchas de Zinc onduladas.  Muy cerca de ahí, hay una banca de madera, que nos conduce inmediatamente al inmueble de dicho bar restaurant. Éste es de material sólido y pintado de un desgastado color verde agua.  Allí hay una gran  puerta  de madera de dos hojas, de color café con ventanas. Esta puerta, se encuentra  a medio abrir, dejando ver parte del interior del local,  donde se distingue una  mesa vacía y un par de sillas.
A medida que uno penetra por dicho pasillo en dirección a la entrada del local, va desapareciendo  gradualmente el ruido de los  motores y las bocinas de los buses y automóviles que pasan por Calle Carrera, en dirección a Viña del Mar, los que son reemplazados gradualmente por la sonoridad del bar restaurant, una mezcla entre música, conversaciones, risas y el relato de carreras de caballos. Casi al llegar a la puerta de entrada, nos encontramos con un anuncio del menú del día, escrito en forma manuscrita con  tiza blanca sobre una pizarra, la que descansa sobre en un atril de madera, el cual fue ubicado hacia el lado derecho de dicho callejón, donde reza:
“Bife jugo
Pulpa al horno
Prietas con arroz
¼ pollo al limón
Chuleta
Longaniza de Chillán
+ Pan + Pebre
Pernil Cola de mono
Pescado frito
Teletrac”.
Al atravesar  el dintel de la puerta,  nos encontramos a mano derecha, con una barra de bar, hecho de madera oscura que forma una “L” acostada, en cuya esquina - próxima a la entrada -, se encuentra sobre el mesón, un barril de madera y un poco más allá un par de comensales apoyados en la barra, que conversan con el mesonero del bar; uno de los clientes bebe cerveza mientras que su compañero, consume un vaso de vino tinto.
En las estanterías del bar, sobre salen entre las botellas de vino, pisco, ron, vermut y cola de mono, las fotografías de algunos antiguos clientes ya fallecidos, en cuya parte inferior se destacan sus nombres de pila y el año de su deceso.[2] Dentro del conjunto de  imágenes, resalta una de mayor tamaño, pero que a diferencia de las otras está sin identificar. Ello nos da la idea de que se trata de una  fotografía correspondiente al primer dueño del Restaurant.[3] Próximo a esta imagen enmarcada,  puesta casi al centro del bar, observamos  un mural repujado en cobre, donde sobresale en relieve pintado con los colores blanco y verde, la insignia del  club de fútbol Santiago Wanderers de Valparaíso, trabajo donde se recuerda el triunfo de este club en el  campeonato nacional del año 2001.
También dentro de este local, muy próximo a la barra, hay una de vitrina que contiene un collage de fotos, donde se distinguen algunas personalidades locales y nacionales, que al parecer han pasado por este local o han conocido a su dueño en alguna oportunidad, reconocemos a figuras tales como: Felo, Tito Fernández, Monte Aguilino, Coco Legrand, Telmo Aguilar, el Motemei, Daniel Muñoz, etc. Junto a este sector, Hay una sala más grande, donde vemos casi al medio, de espaldas a nosotros a dos clientes, que mientras beben una botella de cerveza, observan atentamente hacia la parte superior de la pared, un televisor de pantalla plana, donde se transmiten las carreras de caballos.  Las características interiores del local, nos da la idea de que la construcción fue originalmente una casa particular, y que ese último lugar fue un Living-comedor.
Poco a poco, a medida que se hace más tarde,  el local se va nutriendo de más clientela, la que se aglomeran en la barra del bar para intercambiar saludos, comentarios sobre el último partido del equipo de sus amores y algunos chistes.  La mayoría, son   hombres adultos o personas de edad avanzada, que vienen del trabajo o que salieron a dar una vuelta por el centro. Hay un chofer  de microbuses, un jardinero, un maestro de la construcción, un jubilado, un comerciante ambulante y un fotógrafo. Son gentes que se conoce entre sí, que se trata con cierto afecto y familiaridad.
Aproximación  a la historia del Bar Restaurant El Criollo la picá del huaso “Taco”
 Quilpué, a mediados del Siglo XIX era un villorrio, su desarrollo como ciudad  llegó al  alero de la construcción de la estación ferroviaria, que unió el tramo Valparaíso - Llay Llay  y de  la instalación a comienzos del Siglo XX, de la Fábrica Carozzi.
Locales como el Viñamarino[4] y El Criollo, son uno de los pocos  ejemplos hoy presentes en la ciudad, que mantienen la tradición popular, heredada de las quintas de recreo y las fuentes de soda, donde se funde un pasado rural con el presente urbano.
El  Bar Restaurant Criollo cuenta con 42 años de funcionamiento, surgió como un negocio familiar en 1975, tiempo que le ha valido el ser considerado uno de los locales más antiguos de este tipo en la comuna.
 Su actual dueño, es don Octavio Eduardo Aravena, quien estuvo a cargo del negocio por varios años, hasta  que por motivos de salud, delegó su administración  a partir del año 2015,  a su hija  Katherine Aravena, quien antes se desempeñó como encargada de la cocina del local.[5]
El restaurant se caracteriza por preparación de alimentos tradicionales de la cocina chilena, en especial la pulpa de cerdo y la elaboración artesanal de la tradicional Cola de Mono.[6]
Por sus dependencias han pasado destacadas personalidades artísticas nacionales y locales, debido a que allí se organizaron  en las noches de miércoles a sábado peñas folclóricas, actividades que fueron ideadas principalmente,  por su entonces dueño y administrador  Octavio Aravena, lo cual explica la suerte de slogan que acompaña al nombre del negocio: La picá del huaso “Taco”.
Importante registro de estas actividades, nos lo proporciona un breve video, donde se aprecia parte de la presentación de un grupo de músicos de cueca chora, grabación que encontramos en el canal YouTube, fechada el 12 de febrero del 2008 y que está titulado como “Peña El Criollo de Quilpué”.
El año 2015, este bar restaurant fue postulado por la Ilustre Municipalidad de Quilpué,  junto a otros locales  de la comuna,  al reconocimiento como “La mejor picá de Quilpué”[7].
Ese mismo año, el escritor y docente Gabriel Castro, junto a miembros del Centro Cultural Literario “Alianza de las Artes de Quilpué”, realizó un  corto metraje en las dependencias de este lugar tradicional, oportunidad donde se adaptó un fragmento de “La ciudad de cristal” de Paul Auster[8], video que puede ser apreciado en la red social de YouTube.
En junio del 2016,  El Criollo fue seleccionado como parte de la producción audiovisual, denominada  “La Receta de Quilpué”, producido junto al Chef Francisco Providel. En la oportunidad,  se entrevistó a su actual administradora Katherine Aravena,  sobre la historia de dicho bar restaurant y se hizo muestra de algunos de los platos más emblemáticos y solicitados por su clientela, debemos  destacar  que este es uno de los pocos registros más acabados que se poseen sobre  este emblemático lugar, material del cual hemos basado parte de este trabajo de investigación.
Rememorando el mural “Oda al Caldillo de Congrio”
Era hacia  fines de la década  de los 90´s  del Siglo XX, cuando los peatones de la transitada Calle  Carrera de la ciudad de Quilpué, tuvieron la oportunidad de ver sobre una pared  lateral de un callejón, una colorida pintura mural de  grandes dimensiones y  de una impecable factura.
En ella se veía   a un costado la figura del poeta Pablo Neruda, vestido con una polera marinera a rayas y un sombrero marinero de capitán de barco,  similar a los hechos en  algodón o lana en color negro y azul marino.
La imagen de poeta  se presentaba en alto contraste, a su alrededor  surgían unas franjas onduladas de distintos colores, que se extendía hasta el extremo contrario, simulando las olas del mar donde se preciaban unas caracolas.
Dicho trabajo, fue inspirado en un poema de igual nombre, incluido en el libro  “Odas Elementales” del poeta chileno Pablo Neruda, el cual fue publicado en 1954.
Dicho mural, estuvo  en el lugar durante muchos años  y paso a ser parte del paisaje que caracterizaba a este sector, sin embargo con el paso  del tiempo se fue gradualmente borrando, hasta casi volverse imperceptible. Hoy la pared en la que estuvo ubicada dicha obra, luce pintada de color amarillo, sin embargo todavía  está presente en el recuerdo de las personas que lo conocieron.
Queda como tarea para un próximo trabajo, el  rememorar la historia de este mural a través de  los recuerdos del dueño del Bar restaurant  El Criollo.  Explorar  sobre  las motivaciones que llevaron a su realización, quiénes fueron sus autores, por medio de qué procedimiento fue realizado, sus dimensiones  y  la relación  desde el punto de vista emocional, que tuvieron  tanto su dueño, como los trabajadores, clientes y habitantes de la ciudad con este trabajo.




[1]  Esta sugerente y asertiva frase, se encuentra en un  pequeño y casi imperceptible cartel, puesto en una de las ventanas que  da hacia el exterior del local.
[2] Contamos alrededor de seis fotos de distinto tamaño, todas ellas en color y que tiene como escenario el mismo bar.
[3] Ello fue corroborado en una breve conversación que sostuvimos con Katherine Aravena, nieta del extinto y administradora del local.
[4] Dicho local fue reconocido en una ceremonia oficial, como la mejor picada de Quilpué en septiembre del año 2015. Ello se hizo por medio de una votación popular, en el marco de un concurso organizado por la I. Municipalidad de Quilpué.
[5] Recomendamos a nuestros lectores revisar el Capítulo 3 del programa La Receta de Quilpué, que se encuentra en YouTube, el cual está dedicado al Restaurant El Criollo. En esa entrevista la presente administradora, indica que  por dos años estuvo a cargo de la cocina del local. Inferimos de ello que fue entre los años 2013 y 2014.

[6] El “Cola de Mono”, es una bebida alcohólica hecha en base a agua ardiente, café, azúcar, leche y especias. Se especula que su origen sería el poche de leche peruano y su denominación, es debida  una  deformación de la frase “Colt de Montt”, también hay quienes  le atribuyen dicho nombre a su color oscuro,  mientras que otros afirman que por las botellas de anís del Mono en que era envasado.

[7] El Criollo fue postulado junto a los locales: El Viñamarino, El Porteño, Don Aníbal, La Golosita,  El Campito, Los Álamos, El Molino,  y La Picá de Noé.

[8] Dicho trabajo audiovisual se puede hallar en YouTube por “Paul Auster en El Criollo. Quilpué, Chile.”, lamentablemente el audio  está silenciado.

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